Dispositivo y fuga. Segunda Parte


El discurso del Amo y el Dispositivo 

             Sobre fines de los 60 se produce lo que Matteo Bonazzi[1] denomina “inversión quiasmática”. Foucault publica “la arqueología del saber”[2] y Lacan dicta su Seminario “El Reverso del Psicoanálisis”[3]  

                Uno de los conceptos centrales que marcarán a la forma de pensar a las instituciones y sus relaciones con el poder es el de Dispositivo. Según refiere Giorgio Agamben[4] sobre fines de los 60’ anterior a la escritura de “la arqueología del saber” Foucault utilizará inicialmente el término positividad siendo su origen el ensayo de Jean Hyppolite “Introducción a la filosofía de la historia de Hegel”, localizándolo en la división que realiza Hegel entre la Religión positiva y la religión natural. La religión positiva o histórica “abarca al conjunto de creencias, reglas, ritos que se encuentran impuestos desde el exterior a los individuos en una sociedad dada, en un momento dado de su historia (…) implica los sentimientos que están más o menos impresos por obligación en el alma; las acciones que son efecto y mandato y el resultado de una obediencia y que son llevadas a cabo sin interés directo”[5]  La dialéctica de la libertad y del mandato se reduce a la oposición naturaleza – positividad. En una entrevista de 1977 Foucault definirá al Dispositivo como “conjunto resueltamente heterogéneo que compone los discursos, las instituciones, las habilitaciones arquitectónicas, las decisiones reglamentarias, las leyes, las medidas administrativas, los enunciados científicos, las proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas. En fin entre lo dicho y lo no dicho, he aquí los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que tenemos entre estos elementos (…) Por dispositivo entiendo una suerte, diríamos, de formación que, en un momento dado, ha tenido por función mayoritaria responder a una urgencia. De este modo el dispositivo tiene una función estratégica dominante (…) He dicho que el dispositivo tendría esencialmente una naturaleza esencialmente estratégica; esto supone que allí se efectúa una cierta manipulación de relaciones de fuerza, ya sea para desarrollarlas en tal o cual dirección, ya sea para bloquearlas, o para estabilizarlas, utilizarlas. Así, el dispositivo siempre está inscrito en un juego de poder, pero también ligado a un límite o a los límites del saber, que le dan nacimiento pero, ante todo, lo condicionan. Esto es el dispositivo: estrategias de relaciones de fuerza sosteniendo tipos de saber, y sostenidas por ellos”.

                Para Foucault los dispositivos crean al sujeto a través de un procedimiento de sometimiento y objetivación. El subiecti a diferencia del esclavo, es súbdito en tanto acepta obedecer a quienes le someten. El dispositivo - condición de la subjetivación - genera un proceso circular en el que la salida de uno de ellos se realiza a través del pasaje a un nuevo dispositivo; o como en la contemporaneidad a una multiplicación de los mismos, donde al decir de Agamben[6] nos encontraríamos con subjetividades múltiples. Es interesante que Giorgio Agamben[7]  -idea que a su vez es rescatada por Espósito[8]-  señale el origen del término dispositivo en la idea cristiana de oikonomía entendida como administración y gobierno de los hombres ejercidos por Dios a través de la segunda persona de la Trinidad, Cristo. El hecho de pensar al dispositivo como una pluralidad de carácter trinitario nos abre la posibilidad de trazar algunos puentes con RSI, ya que como el propio Lacan dijo “El hombre y no Dios es un compuesto trinitario”…

                Del lado de la psiquiatría desmanicomializadora, sobre fines de los 60 se produce un afianzamiento ideológico. La consigna de Basaglia “es preciso poner entre paréntesis la enfermedad mental” será interpretada como negación de la misma cuando pareciera que se trataría de abolir el manicomio para repreguntarse ¿qué es la locura? Una serie de contradicciones se presentarán en el proceso desmanicomializador[9]:

-          La necesidad de una organización y la imposibilidad de concretarla
-          La necesidad de un sistema al qué referirse, para poder trascenderlo y destruirlo
-          El deseo de generar los acontecimientos “desde arriba” y esperar que surjan “desde abajo”
-          La búsqueda de una relación igualitaria entre el equipo terapéutico,  los pacientes y la sociedad donde el rol del hospital sea compartido por todos, especialmente por los propios enfermos que se organizarían de forma comunitaria para ayudarse mutuamente

                Jorge Alemán, en un breve texto publicado en el diario “Página 12”[10] refiere como en los 70 (podemos considerar desde fines de los 60) todas las prácticas fueron afectadas por la política de la época, y el psicoanálisis no fue una excepción. En los esfuerzos iniciales de vincular a Freud con Marx, y en los posteriores de inscribir el psicoanálisis dentro de las prácticas sociales pasando de la idea del inconciente como teatro a la del inconciente como fábrica. Quizás por la clara visión de los sucesos de su tiempo, Jacques Lacan titulará a su Seminario “El reverso del psicoanálisis” para diferenciar allí síntoma social de síntoma analítico- Dirá que en el síntoma social todos somos proletarios mientras que en el síntoma analítico se trata de lo singular del sujeto. La invención de los “Cuatro Discursos” en una época de la Ideología Toda especifica que con relación al síntoma social tres de los cuatro discursos (Amo, Histérica, Universitario) son su escritura, permitiendo ordenar lugares y estabilizar los términos discretos[11] (el sujeto, los significantes) como el término heterogéneo (el objeto a) que participan de la trama comunicacional. El discurso del analista se plantea como excepción ya que no tiene pretensión de verdad ni de dominación no siendo un discurso que organice un mundo[12]. La no pretensión de universalidad del discurso del analista le permitirá a Lacan decir que las revoluciones siempre terminan con un Amo.

                Debemos notar que no es menor la diferencia entre el sujeto producto del dispositivo de Foucault y la noción del sujeto en Lacan, y esto no es sin consecuencias. Para Lacan el sujeto no es un dato sino una discontinuidad en los datos, no coincide con el yo (moi), el fantasma y el síntoma localizan y estabilizan el goce, la rectificación de las relaciones del paciente con la realidad implica una localización respecto de su posición con lo real a lo que solo podemos aproximarnos por el dicho, en la rectificación subjetiva de la queja por los demás se pasa a la queja por uno mismo… como las mismas fórmulas de los cuatro discursos lo señalan, el discurso del analista es el reverso del discurso del Amo, siendo el único que puede alojar a los síntomas particulares implicados en cada uno de los otros tres discursos; lo mismo sucede con las formaciones sintomales que sostendrán al parletre por fuera del discurso.




[1] Matteo Bonazzi  “El lugar político de lo contemporáneo”. Ed Grama.
[2] Michel Foucault “La arqueología del Saber”. Ed Siglo XXI
[3] Jacques Lacan “El Seminario 17. El reverso del psicoanálisis” Ed Paidós
[4] Giorgio Agamben “¿Qué es un dispositivo?. Rev. Sociológica Número 73. Año 2011
[5] ibid
[6] Giorgio Agamben. “Qué es un dispositivo”
[7] Ibid
[8] Roberto Espósito “El dispositivo de la persona” Ed Amorrortu
[9] Mario Colucci – Pietrángelo Di Vittotio. Op. Cit
[10] Jorge Alemán. “Yo siento que falta algo” http://www.pagina12.com.ar/diario/psicologia/9-200074-2012-08-02.html
[11] Samuel Basz. “Discurso” en “Scilicet. Semblantes y Sinthome”, Ed Grama
[12] Samuel Basz. “Discurso” en “Scilicet. Semblantes y Sinthome”, Ed Grama

Comentarios

Entradas populares de este blog

La voz y las voces

Entrevista a Rafael Martín. Escultor y testigo

La “reasignación de sexo” en niños y adolescentes a debate en Europa