Entrevista a Rafael Martín. Escultor y testigo
Publicada en el Fanzine Bahiamasotta: Psicoanalisis y cultura en la Bahía. Editado por el Centro de Investigación y Docencia en Psicoanálisis del Instituto Oscar Masotta de Bahia Blanca
Entrevistadores:
Maximiliano Diez
Mariela Rana
Responsable de la publicación:
Horacio Wild
Rafael Martín nació en Bahía Blanca, es escultor aunque se define como “trabajador del arte”. Se considera autodidacta a pesar de haber pasado por bellas artes en la Universidad de Pensylvania en los 60’ y haber sido profesor invitado en Boston y Michigan. Fue becado por la O.E.A. Obtuvo el Gran Premio de Honor del Salón de Arte Cerámico, en Francia trabajó como director de obra de las ediciones en bronce de la obra de Collection du Sphinx, trabajos inéditos de Max Ernst realizados en Francia. país donde obtiene el Diplome d´Honneur (Vallauris). Expuso sus obras en Argentina, Francia, Suiza, Italia y otros países. Dejando de participar en concursos en 1986 para dar lugar a sus alumnos.
MD. Rafael ¿a qué edad empezó con la escultura?
RM. Tengo idea de que dibujaba bastante cuando tenía ocho años, más o menos. Hacía muchas tiras cómicas de aventuras. Hacía las tiras de Batman y Robin y también hacía las de mi barrio, donde yo vivía; hacía al verdulero, al carnicero, a mi mamá; Llenaba algunos cuadernos con eso. Después tallaba lo que venía: un palo de escoba, una piedra; en el fondo del patio grandísimo que había en mi casa había arcilla, feísima, de mala calidad pero modelaba con eso, por ejemplo talle ladrillos, cosas por el estilo. Al comienzo de la adolescencia empecé a investigar un poco más. Lo que supe sobre como preparar yeso, hacer moldes y todo lo demás lo aprendí en la Biblioteca Rivadavia de un libro que era Recetario Industrial del Padre Puig. Se llamaba así y ahí había de todo: como hacer una torta hasta como preparar yeso. Eso fue un poco mi libro de iniciación en la parte técnica de la escultura.
MD ¿A quienes considera sus maestros?
RM Para mí fueron Rodin, un libro o lo que veía. Las dos o tres veces que tuve oportunidad de ver el Salón Nacional, observaba las cosas que hacía la gente y entonces hacía más o menos lo mismo. Cosas del siglo XIX o XVIII, pero que se hacían en Argentina. Se hacía la escultura como hacían los italianos en el 1900 realmente…la cabeza de mi abuelo. Yo hacía eso pero con el empaste que tenía Rodin. Ese empaste grueso a mi me impresionaba muchísimo, lo imite, digamos, como único maestro que tuve hasta que fui a la Universidad. Lo que hice en la Universidad fue lo que quería. Aprendí la cerámica de una manera excelente. Yo no conocía la cerámica cuando fui a Estados Unidos y tuve un gran maestro, alguien que se ocupaba y lo aprendí muy bien. Me dediqué a enseñarla cuando vine.
MD ¿Cuáles son las etapas que atraviesa su obra?
RM Hay etapas que son plásticas, que son visuales, o también anímicas o socioanímicas… hay etapas…podemos llamarlo de diferente manera. Creo que cada tanto uno pierde o va…una forma de expresarse va perdiendo un poco sentido. Quizás no perdiendo sentido pero si se desgasta. Y antes de entrar en la repetición es preferible hacer un corte. A veces un corte que significa también un corte temporal ¿No? A veces he estado mucho tiempo sin trabajar, a pesar que soy un tipo que tiene mucha obra. Pero he estado dos años sin hacer escultura; hice cine, fotografía, hice otras cosas pero no escultura.
MD Una de sus obras es Identidad, tiene una cabeza con varios rostros
RM Son identidades parciales pese a hacer figuras totales. Cuando algo se va agotando se cambia y entonces el esquema corporal cambia… pequeñas cabezas, figuras longuilineas de cuerpo entero, delgadas, que tienen algo de unas marionetas rusas que vi y quizás eso fue un cambio del esquema corporal que me lo dio algo que vino de afuera. Ví como se movían esas marionetas, que eran casi seres humanos, bueno, hice unos seres humanos que eran casi marionetas.
MD Un cambio en el producir como cambio de paradigma
RM Sí. Y además también se agregaron algunos temas, pero los que permanecen son los de la crítica social, aunque haya un cambio de esquema. En realidad estoy destinado a hacer lo hago de todas maneras con las formas que sea. Fui cambiando formas pero ciertas cosas, lo que uno tiene dentro, lo que uno siente más, lo que uno siente más profundamente, sigue manifestándose.
MD Cuando algo se desgastaba ¿te detenías o cambiabas para otro tipo de figura?
RM Si
MD ¿Cuánto duraba ese tiempo entre una y otra etapa?
RM. Lo puedo decir en términos de números de obras y fueron casi 60. Así que, hay obras que las realizo, las capto y las realizo en dos días. Pero después todo el proceso técnico es una semana o dos semanas, y luego hay que terminarlas. Luego tiene que ir acomodada en una base y todo eso puede llevar tiempo. Pero…uno puede captar y hacer una cosa muy rápidamente. Los retratos, como el de mi abuelo (Una escultura de una cabeza), que esta por allá arriba, creo que tardé como 45 minutos en hacerlo. Captar la figura de mi abuelo, lograr un parecido muy adecuado.
MD ¿Has sufrido algún tipo de influencia del contexto socio político cultural?
RM No es lo único pero es una de las cosas que me preocupa mucho. Es el ¿por que? de un trabajo, puede llegar a ser el porque uno trabaja. Si yo no tuviera nada que decir lo mejor es el silencio, pero, si tengo para decir me encanta decirlo con una obra.
MD Viendo sus obras de esa época pensaba ¿cómo influyó la dictadura?
RM quedan como testigo de lo que fue ocurriendo. Tengo una serie…los testigos. Es algo de lo que vengo haciendo desde el comienzo. Lo puedo situar desde que estaba en la universidad. Cuando hice mis primeras muestras después de la universidad en el año 67/8, hice mi primer presenciado habiendo llegado minutos después de que se produce un crimen, testigo de algo en una calle de Nueva York. Por supuesto que en un minuto estaba la policía. Había una cantidad de personas –los curiosos- que paramos a mirar qué es lo que había ocurrido. Me consideré un testigo de algo, de algo fuerte, de algo que realmente me shockeó. Y ese testigo aparece permanentemente en otras series. Los “testigos del fondo del mar” es importante, es más o menos moderna. Hay testigos, ya digo, muy antiguos. Y durante la Guerra de las Malvinas que duró setenta y dos días, si no me equivoco, hice 45 relieves; está bien que son de relativa fácil realización, llamé a la serie: “Los testigos de todos nuestros males” o algo por el estilo. Le puse un subtítulo así. Y bueno, y siempre reaparecen los testigos de algo.
Durante esa etapa (la dictadura militar) tengo algunos muy cercanos… algún desaparecido cercano que ese relieve testigo tiene el nombre de él, tuvo el nombre de él, con mucho cuidado, hecho en ese momento, con mucho cuidado, escrito en lapiz, en la parte de atrás, el nombre de esa persona. Algunas de ellas están en Italia. Me acuerdo que es tapa de un libro uno de ellos. Hay varias tapas. Hay unos seis libros que tienen tapas de mis trabajos. Bueno, no se si me fui de la idea del testigo. Bueno es eso, al fin y al cabo, es lo único que soy.
Muchísmas gracias Rafael.
Hola Horacio, el corte del que habla Rafael Martín me ha hecho pensar también en el gesto-corte, más espacial, y corporal que supone el trabajo del escultor, y la mirada del testigo, mirada que devuelve a la escena un lugar de vacío...
ResponderEliminarPor fin me hice con este libro de Miquel Bassols que esperaba desde hacía semanas, y te copio aquí algunas frases del inicio, puesto me parecen sugerentes acerca de lo que hemos comentado.
"Un objeto tan invisible como silencioso atraviesa -¿desde cuándo?- el ser. La literatura lo afronta a veces en la angustia, el arte lo bordea para organizar su producción en torno a él, la relición lo sacraliza para conjurar el horror al vacío, la ciencia nos promete cada día colmarlo de saber. La historia de la clínica (...)lo detecta como algo sin nombre ni representación posible" El autor habla de este objeto que insiste, que no cesa de no aparecer, y lo llama la página en blanco.
Objeto tan reacio a toda representación, que tanto el arte como el psicoanálisis han hecho posible leer de formas distintas para cada sujeto
"Leer la página en blanco formaría parte así de una apuesta ética formulable en cada disciplina"
y en todo esto me ha hecho pensar esta entrevista también
Gracias y saludos,
Vanessa
En lo que escribes del gesto-corte se me figura aquello que comentabas sobre la chica que necesitaba bailar para poder mirarse en el espejo, teniendo en cuenta la diferencia entre gesto y acto.
ResponderEliminarEspero que el libro de Miquel Bassols llegue a la Argentina. Lo escuche una vez en Buenos Aires, hace pocos años, y me gusto su estilo... Me vendría muy bien el libro ya que en un grupo de investigación vamos a trabajar el tema "la sublimacion como destino del objeto", y leyendo lo que has escrito no deja de ser tentador hacerse del texto.
Gracias por la visita al blog
Saludos