Pandemia. El neoliberalismo en casa

 

            El psicoanalista francés Jacques Lacan, durante el dictado del noveno año de su Seminario realiza una afirmación que sorprende a muchos: “la institución del matrimonio, pues simplemente ésta se justifica por su persistencia, que hemos visto ante nuestros ojos, y bajo la forma más netamente marcada de rasgos pequeñoburgueses, a través de una sociedad que al principio creía poder ir más lejos en el cuestionamiento de las relaciones fundamentales, quiero decir: en la sociedad comunista. Parece muy cierto que la necesidad del matrimonio no ha sido ni siquiera rozada por los efectos de esta revolución”. Si la revolución comunista y las revoluciones socialistas no pudieron destituir el lugar de la familia en las sociedades (más allá de las formas que asume), no es seguro afirmar que el neoliberalismo con su característica de ruptura del lazo social no esté asestando un golpe importante al único espacio que no había sido tomado del todo por las relaciones de producción: la familia / el hogar – más allá de cómo esté conformado-

            El psicoanalista Jorge Alemán cuando se refiere al avance del capitalismo en nuestra época nos invita a pensar sobre lo que merece ser conservado haciendo referencia a la función que para los humanos tiene la familia; “Lo importante del mundo familiar es que se haga experiencia del amor, que a ese niño que va a crecer lo mimen y lo quieran. Y hay que resistir frente a una estructura social que destruye el amor”.  Es por la experiencia del amor que se puede desear, tener esperanza, aprender a hacer con el dolor y pensar, sin ella el odio, la desesperanza, el dolor y la confusión están al acecho, lo que nunca será sin costo para el sujeto, especialmente en tiempos estructurantes como la niñez. 

La interpenetración de los espacios:

            A lo largo de la historia los seres humanos hemos ordenado la vida a partir de espacios donde hacemos cosas distintas, siendo su estructura mínima el hogar familiar diferenciado del lugar de trabajo. Con la generalización de la escuela, de forma progresiva se incorpora en nuestra cultura el espacio donde se estudia.

            ¿Qué ha ocurrido en la pandemia? En los sectores de la población que disponen de conectividad a la red, recursos económicos por encima de las NBI y que por las características de su empleo o tipo de trabajo han podido realizarlo en forma virtual, el hogar ha dejado de ser espacio de lo común para ser penetrado por el sistema productivo. Lejos de la propaganda donde el home office se ofrece con la imagen de un joven sonriente, la realidad de las casas y departamentos muestran otra cosa:

·         Hay que hacer silencio porque los padres están en “video” o porque los hijos están “en clase” y necesitan concentrarse.

·         Hay que hacer silencio porque puede ocurrir que el micrófono esté abierto y los que están interconectados en la red pueden escuchar conversaciones que debieran ser de índole privado.

·         Los niños pueden jugar, pero sin ruidos y sin interrumpir, lo que se ha convertido en la nueva odisea para los niños que viven en departamentos o casas con patios casi inexistentes

·         Cualquier espacio de la casa puede convertirse en una “ventana” a la red cuando las actividades online son simultáneas, incluso el auto estacionado, en algunas ocasiones es utilizado para conversaciones que exigen fluidez además de privacidad.

·         A partir de esas ventanas abiertas nos hemos enterado por las redes cómo un dicho, un acto o un descuido pueden generar graves inconvenientes en la vida de las personas, desde un sumario administrativo hasta la pérdida del trabajo, con el agregado de la viralización de lo videograbado y las consecuencias que esto implica para la persona.

·         Los puntos anteriores son válidos siempre y cuando se pueda disponer de buena señal de internet, wi -fi y la cantidad de equipos acorde a quienes lo necesitan.

·         Los puntos anteriores dejan de importar cuando las familias no disponen de internet y de los equipos necesarios quedando especialmente marginados los niños con relación a su derecho a la educación posible en tiempo de pandemia.

Presentes – ausentes ¿indiferentes?

            En los últimos tiempos algunos profesionales de la Salud Mental se han referido a lo posibles trastornos que produciría el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio haciendo hincapié en los niños y la “necesidad” de ir a la escuela. Sería bueno recordar que el sistema educativo formal siempre ha sido un territorio de lucha ideológica que se da la mano con los cambios en los modos de producción, de allí por ejemplo la incorporación del Jardín de Infantes obligatorio (antes existía solo el privado) y de las guarderías, se produce a partir de la incorporación plena al trabajo por parte de los adultos que conforman una familia “tipo” participando tanto en el mercado laboral formal como en el informal (trabaja “en negro” con un elevado porcentaje en nuestro país). Recordando a Michel Foucault podríamos decir que primero se produce el movimiento en el cuerpo social, luego los discursos que justifican la existencia de las instituciones y las prácticas que se realizan en ellas.

            En un texto conocido con el nombre de “Más allá del principio del placer”, Sigmund Freud relata el juego de su nieto con un carretel al que arrojaba hasta no verlo para luego tirar del hilo y reencontrarlo, en psicoanálisis se lo conoce como “fort - Da” y hace referencia al clásico juego de los niños de desaparición y aparición jubilosa del objeto. Podría decirse que en un primer tiempo en el niño se ponen en juego tres pasiones con relación al Otro: el amor, el odio y la ignorancia. Si el Amor aparece como aquello que construye el lazo social, el odio opera como ruptura. Miquel Bassols afirma que “Amor y odio se encuentran indisociables en un principio y no se opondrán el uno al otro sino ambos a la indiferencia. Para el niño es estructurante que el Otro esté y que también se ausente, de hecho, algunas veces se esconden en un lugar donde jugar, otras llaman a alguno de sus progenitores para que los vean jugar.

            Estamos acostumbrados a ubicar la indiferencia como una respuesta del sujeto al Otro, pero la pandemia nos plantea la pregunta ¿qué pasa cuando el Otro es indiferente? Si bien lleva un tiempo, el niño logra soportar la ausencia prolongada de sus progenitores que trabajan o salen por algún motivo, lo que no podemos saber es qué ocurre con el niño con los progenitores que se encuentran visualmente presentes, pero en lo concreto ausentes por un tiempo prolongado, no disponibles en tantos conectados en la red con su trabajo. Esta situación novedosa lleva a interrogarnos sobre posibles efectos en el niño que, ante la demanda de amor a sus progenitores presentes, se encuentra con la imposibilidad de que sea respondida. Si bien no pueden establecerse generalidades en tanto siempre se trata del uno por uno, el niño tempranamente puede interpretar un rechazo y elucubrar distintas razones por la que es rechazado. No es lo mismo un progenitor que esta ausente corporalmente y regresa al hogar luego de trabajar, que un progenitor que está presente corporalmente, no se encuentra disponible para el niño, y además establece una serie de restricciones de circulación en el espacio hogareño y la posibilidad de jugar y hacer “lío” tal como lo hace cualquier niño.

La despolitización del espacio laboral

            La pandemia ha producido una aceleración del “trabajo en casa” en distintas áreas, con efectos en el lazo social que inciden en la despolitización del espacio laboral. El Gobierno Nacional se ha adelantado oportunamente al establecimiento de pautas generales a partir de la ley 27555 la cual generó quejas por parte de sectores empresariales que ven en dicha modalidad una posibilidad futura de ahorro de gastos y mayor control del personal. En lo concreto y a partir de los efectos incipientes de los cuales somos testigos, conviene preguntarnos sobre la dirección de este tema en la futura pospandemia, teniendo en cuenta que el capitalismo en su expansión ilimitada ha producido la ruptura de la coraza protectora que históricamente ha sido el hogar.

            Las actuales plataformas de trabajo están diseñadas para conferencias permitiendo alguna de ellas el trabajo en pequeños grupos. Generalmente cuentan con la posibilidad de registrar las actividades en archivos que pueden ser vistos o compartidos por quien gestiona la plataforma, constituyéndose en los ojos y oídos del “Gran Hermano” que pondría a disposición del empresario o de quien lo requiriese el “archivo” correspondiente. El espacio deja de estar “privado” para convertirse en un continuo “Backstage” que permite poner en la escena lo que siempre ha estado fuera de ella en el trabajo objetivo: las relaciones humanas, la conversación política, la conversación religiosa, la construcción de reclamos hacia los patrones; todos ellos bajo lo que podríamos denominar “datos sensibles”.

            ¿Qué efectos observamos hoy en la incipiente nueva modalidad laboral?

·         En el caso de las empresas el trabajo se formaliza en su totalidad realizándose con escaso lazo social entre los compañeros al eliminarse el espacio informal del café, la conversación privada entre dos o más personas. El trabajo virtual genera un no-lugar para las relaciones humanas. En muchos casos un Supervisor o Jefe distribuye la tarea y la relación entre compañeros queda reducida a comunicaciones y solicitudes de uno a otro, o encuentros comunes en la plataforma sobre la cual sólo se habla de la tarea.

·         En algunos trabajos como la docencia, el uso de las plataformas y las circunstancias actuales donde la conectividad de los alumnos no está asegurada exigen que el docente deje “registro” de la clase que si bien siempre es preparada, la posibilidad de repetición por medio de videos de ese acto que antes era único, aumenta el tiempo laboral en tanto muchos de ellos - especialmente los que se dedican a áreas de la educación relacionadas a las ciencias sociales - se ven obligados a editar el video una y otra vez a efectos de reducir posibles malos entendidos que si se producían de forma presencial no constituían un problema, pero al hacerse públicos pueden quedar expuestos a denuncias o al escarnio. Lo novedoso no es el cuestionamiento del docente (ya lo hemos vivido no hace muchos años bajo las acusaciones de “hacer política”) sino las posibilidades de control y castigo que se produce a partir de los registros de clase.

            Muchas son los efectos concretos que encontramos y seguiremos encontrando a lo largo del tiempo. Ellos serán más evidentes cuando finalice el estado de excepción producido por razones sanitarias. El desafío de la “nueva normalidad” será cómo la sociedad y sus organizaciones logran incorporar aquello que conviene de las nuevas modalidades y resistir al cambio de aquello que no conviene respecto a las reglas de juego laborales donde posiblemente y por claros intereses económicos se intente normalizar aquello que sólo ha sido aceptable en condiciones de excepcionalidad. No solo es el trabajo, sino su impacto en las relaciones familiares.

A modo de conclusión

            Todos tenemos claro que antes de la pandemia se realizaban actividades laborales virtualmente, ejemplo de ello son los programadores que trabajan conectados con otros países para la producción de software y algunas actividades de las llamadas liberales. La pandemia produjo que el trabajo en algunas áreas del ámbito público o privado que podrían prescindir de la presencia de los trabajadores se virtualizara, generando parte de los efectos descriptos en una parte del cuerpo social.

            El lector podrá darse cuenta de que en el artículo poco se dice de todos los que no fueron alcanzados por la virtualización. Se hace necesario diferenciar aquellos que quedaron fuera por el tipo de tarea, de las infancias que quedaron fuera del sistema educativo por la imposibilidad de pagar una cuenta de internet y carecer de los equipos mínimos para conectarse a efectos de hacer carne su derecho a la educación y la igualdad de oportunidades. Dentro de los debates necesarios que nos debemos como sociedad, el derecho a la conectividad y el apoyo del Estado con materiales concretos que permitan a los niños el ejercicio de sus derechos se ha vuelto ineludible

(articulo publicado en https://infocabildo.com/)


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