Lecturas del Seminario 12. El Juego del Análisis (Segunda parte)
¿Quieren que juguemos hoy?
Jugar
es una de las primeras cosas que hace el cachorro humano y que se continúa en
la adultez. No es casual que los analistas que trabajan con niños lo utilicen tanto
como indicador diagnóstico o como modo de abordaje y tratamiento.
Jugar
es algo serio en tanto implica un sujeto dividido. Lacan nos dice que:
“Lo
que en todo juego busca el jugador, el jugador como persona, es siempre algo
que implica esta conjunción como tal de dos sujetos, y el verdadero elemento en
juego [enjeu] del asunto, es ese jugador, sujeto dividido en la medida en que
interviene allí él mismo como elemento en juego a título de ese pequeño objeto,
de ese residuo que conocemos bien nosotros los analistas bajo la forma de ese objeto
al que le di el nombre de una letra minúscula, de la primera. Si hay algo que
soporte toda actividad de juego, es ese algo que se produce por el encuentro
del sujeto dividido, en la medida en que es sujeto, con ese algo a través de lo
cual el jugador se hace él mismo desecho de algo que se ha jugado en otra
parte, el otra parte a todo riesgo, el otra parte desde donde ha caído del
deseo de sus padres, y precisamente ahí, el punto de donde él se escabulle
yendo a buscar, al contrario, esa relación de un sujeto con un saber” (Lacan S
12 cap 19)
¿Qué decir del
sujeto? por lo pronto no es la persona: “el sujeto, en la medida justamente en
que puede ser inconsciente, no es representación, es el representante,
Repräsentanz de la Vorstellung; está ahí en el lugar de la Vorstellung que
falta” por lo que “El sujeto de donde tenemos que partir es la pieza que le
falta a un saber condicionado por la ignorancia”. ¿Es posible pensar al
análisis como un juego? Sí, de hecho Lacan así lo considera señalando que es
posible, gracias al malentendido del Sujeto Supuesto Saber.
¿Qué decir del
saber y el sujeto?
“El
sujeto se indetermina en el saber, el cual se detiene ante el sexo, el cual le
confiere al sujeto esta nueva especie de certidumbre a través de la cual,
estando determinado su lugar de sujeto y al no poderlo ser sino a partir de la
experiencia del cogito, con el descubrimiento de lo inconsciente, de la
naturaleza radical y fundamentalmente sexual de todo el deseo humano, el sujeto
adquiere su nueva certidumbre, la de encontrar su morada en la pura falla del
sexo. Esa relación de dominancia rotatoria es esencial para fundar lo que está
en cuestión en mi discurso desde su comienzo. ¿De qué estatuto del sujeto se
trata en lo que se vuelve a engendrar para él por vía de la operación
analítica?” (Lacan S 12 cap 19)
Recordemos
que Freud en sus inicios había investigado sobre los síntomas que aquejaban a
sus pacientes estableciendo una relación de determinación entre un saber
olvidado y una experiencia sexual devenida como traumática. Con el desarrollo
de los primeros años de trabajo, llegamos a la carta 69 a Fliess donde le
reconoce que su histérica (teoría de la histeria) le miente en tanto descubre que
aquello que consideraba saber no era verdad: “no se puede distinguir la verdad
de la ficción investida con afecto”. El resultado fue la reformulación de su
teoría de la neurosis y con ello, el nacimiento del psicoanálisis y los
comienzos donde las fantasías (fantasma) comenzarán a ocupar un lugar cada vez
más importante.
Lacan ubicará en
esta clase que la orientación a la verdad no es hacia un saber sino hacia el
sexo, cuya verdad es imposible como la posición del analista. El sujeto se
manifestaría como resto de esa falta de saber y el sexo, se rehúsa al saber. Es en el lugar del S.S.S que se “realiza la conjunción
de ese polo del sujeto con el polo del saber, del cual el sujeto habrá de saber
primero que en el nivel del saber no ha de suponer sujeto, puesto que es lo
inconciente”.
Lo que sucede en el juego
del análisis
Si
“el juego es un fantasma hecho inofensivo y conservado en su estructura” (Lacan
S 12 cap 19) el análisis será el lugar donde se pone en juego el fantasma y con
ello el sujeto, con lo que tiene de real imposible de alcanzar indicado por el a,
que es el ser del jugador.
Lacan
esquematiza el análisis con dos triángulos que se superponen en el vértice. Uno
de ellos (el inferior) es el analizante siendo sus vértices el Sujeto, el Saber
y el Sexo; el otro es el lugar del Analista cuyos vértices son el Sujeto
Barrado (en el lugar del sujeto), el Sujeto Barrado (en el lugar del sexo) y el
a en el lugar del Saber marcando que si bien el consultante como
sujeto se dirige al analista para obtener un saber, éste responde desde el
lugar del a, lugar del deseo soportado en el bucle de la pulsión.
El malentendido de la transferencia y la astucia del analista permitirán
establecer una distancia que ya había sido señalada en seminarios anteriores
como la producción de la máxima diferencia entre el I del a.
Si
prestamos atención podremos ubicar los elementos constitutivos del fantasma en
el triángulo que se forma entre el Sujeto, el Saber y a, quedando
el Sexo en un lugar de inaccesibilidad en tanto imposible
La
letra d representa un deseo cualquiera y aparece en la bisectriz entre los
vértices del Saber y el Sujeto, partiendo del Sexo que atraviesa el punto a
y desde allí la pantalla imaginaria.
Si decimos que el
deseo es el deseo del Otro entenderemos por qué en el diagrama aparece señalado
en medio del Sujeto que se dirige al lugar virtual del Saber, en el polo
opuesto a lo imposible de la realidad del sexo en cuyo intermedio se encuentra
el deseo soportado en la pulsión (a). Por el engaño de la
transferencia el analista se doblega en tanto el sujeto se dirigirá a él como
lugar del Saber, pero el Saber es sirviente del rechazo de la realidad sexual.
Solo dos caminos son posibles: la identificación con el analista o un más allá
producto de que éste ocupe el lugar que conviene, el de a, Lacan
se pregunta “¿Qué debe ser, qué puede ser, ese deseo del analista, para
sostenerse al mismo tiempo en ese punto de suprema complicidad, complicidad
abierta? ¿Abierta a qué? A la sorpresa”
Si en el capítulo “el juego del análisis” realizábamos una puesta a punto de la Teoría analítica que permitía a Lacan presentar el diagrama de los dos triángulos sobre el juego del análisis; luego de su presentación en las siguientes clases realizará un nuevo abordaje del Triángulo entre el Sujeto, el Saber y el Sexo para ubicar en ellos distintos conceptos de la teoría analítica.
¿Por
qué en este nuevo triángulo no figura el objeto a? Sencillamente
porque su aparición en el juego dependería de un segundo jugador representado
por el triángulo del Analista.
Observamos en la
figura como entre el Saber y el Sexo ubica el Sinn que se
diferencia de la Bedeutung. Puede decirse que el sentido no es la significación
en tanto ella es fálica mientras, mientras que el sentido se dirige hacia lo
imposible del sexo. Entre el Sujeto y el Saber (la pantalla imaginaria) ubica
el zwang o empuje de la pulsión que como Lacan dice en la clase
22 “se manifiesta de manera opaca en el síntoma”. Juega con el significante
zwei que es literalmente el número 2 en alemán para llevarlo a entzweiung, término
utilizado para “división”. Podemos decir que entre el Sujeto y el Saber se ubica
el fantasma y el síntoma. Finalmente la verdad (Wahreit) queda ubicada entre el
Sujeto y el Sexo.
¿De qué verdad se
trata? de aquella que se presenta en la experiencia analítica, donde Freud
descubre que el “yo pienso, yo soy” está dislocado, por eso “el uno está entzweiet
del otro”. En tanto el Sujeto es lo que le falta al saber no articulamos desde
donde se piensa; el sujeto encuentra su estatuto en los tropiezos del lenguaje.
¿qué decir de su relación con la verdad?
“La verdad retorna
en la experiencia, y por un camino diferente al de mi enfrentamiento con el
saber, al de la certeza que puedo tratar de conquistar en ese enfrentamiento
mismo, justamente porque me entero de que ese enfrentamiento es ineficaz,
mientras que... allí donde presiento, donde esquivo, donde adivino tal escollo
que evito, gracias a la construcción extraordinariamente rica y compleja de un
síntoma, que lo que muestro como síntoma prueba que sé a qué obstáculo me enfrento,
al lado de eso mis pensamientos, mis fantasmas se construyen no solamente como si
de eso nada supiera, sino como si de eso nada quisiera saber. Esto es la
Entzweiung” (Lacan S 12 cap 21)
En la misma clase
Lacan introduce el esquema de una banda de moebius con tres pliegues -al ser
impar conserva la característica moebiana- que le permite articular algunos conceptos con
los trabajados en el capítulo anterior sobre la figura del ocho interior.
¿Cómo
entiende Lacan la Entzweiung? Primero extrae
dos campos autónomos que denominará el de las Significaciones y el de la cara
sexuada o inconciente (enigmático); luego retoma la tríada para decir que la Entzweiung
es una juntura donde el derecho se junta con el revés siendo el lugar
del síntoma. El problema del zwei -la díada sexual- es que “obstaculiza
y es tropiezo para la instauración del ser y de lo uno, en todas las vías por
la que se aborde esta problemática” (Lacan, S 12, clase 22). Se dirige al
Parménides en relación a lo Uno y al Sofista de Aristóteles, volverá al zwei
para preguntarse sobre el estatuto del número para recordar, tomando a Frege,
que se puede definir el uno a partir del cero por lo tanto son necesarios dos,
pero esto pone en escena una disimetría insalvable que se anudará en la
disparidad entre el Saber y el Sujeto en tanto éste último, en lugar del cero,
es faltante, lo que fuerza a la construcción de un imaginario en el que surge
la imagen del yo.
“la
relación dos que hay en el sexo es una relación disimétrica, y todo lo que
nuestra experiencia hace surgir en el lugar donde se intentaría captar esta
diferencia sexual, es algo de una estructura diferente, que es aquello en lo
cual abordo y en torno a lo cual girará toda nuestra crítica de la experiencia analítica,
en el punto en que está, hic et nunc, en el psicoanálisis real, esto es, el
objeto a “ (Lacan. S 12, Clase 22)
En
la experiencia analítica, el ser sexuado se rehúsa al saber y lo que encuentra
como verdad es transformado en objeto a.
“Ese estatuto del
objeto a que se encuentra ahí en el lugar de tercer término, velado y en parte
no revelable, ése es el hecho de experiencia que nos remite a la pregunta
radical por lo que está más allá del saber, lo cual atañe, en cuanto al sujeto,
a una verdad” (Lacan S 12, clase 22).
Síntoma, Paso de sentido y Castración
Lacan parte de las
posiciones subjetivas: (1) del ser del sujeto cartesiano (2) del ser del saber
y (3) del ser sexuado, reduciéndolas a los términos Sujeto, Saber y Sexo para
pensar el juego del análisis desde un esquema de dos triángulos para luego
aislar el triángulo del analizante y ubicar distintos conceptos. La pregunta
básica es ¿Cómo se enlazan? Allí plantea al triángulo con una cinta borromea
con tres torsiones, una de ellas funciona como sutura entre el Saber y el
Sujeto constituyéndose como el lugar del Síntoma, definiendo el estatuto del
Sujeto a partir de un rasgo particular, ese uno que toma de Frege y que
localiza la falta. La nueva pregunta es qué pone en relación a ese uno singular
como zwang (empuje) o como Entzweiung respecto del campo del saber.
Esta relación de
lo uno con el Zwei del ser sexuado le será útil para pensar las
relaciones entre los términos sin renunciar a que la raíz del sujeto será la
instauración de lo simbólico en lo real a través del número. Ubicará la Entzweiung
en el síntoma, el paso de sentido y la
castración. Tomará la cinta borromea con su derecho y su envés para afirmar que
el sujeto se aprehende en una experiencia dirigida por el Saber, inicialmente
en relación con su síntoma que define lo que conocemos como el primer tiempo
del psicoanálisis.
“La división del
sujeto y del síntoma es la encarnación de ese nivel donde la verdad retoma
todos sus derechos, y en la forma de ese real no sabido, de ese real imposible
de agotar, que es ese real del sexo al que, hasta el presente, sólo accedemos
con travestidos, sólo con suplencias, sólo por la transposición de la oposición
masculino/femenino en oposición activo/pasivo por ejemplo, lo visto/no visto,
etc., es decir, propiamente hablando, en esa función que tanto problema le dio
al fundador de la dialéctica, a saber, la función de la díada.” (Lacan S 12 cap
21)
El analizante se
dirige al Saber en tanto lo que hace sentido en el síntoma es opaco encontrándose
atrapado en las bipolaridades, que son una respuesta a lo real del sexo, lo
imposible. Por eso en dirección al Sinn sólo puede encontrarse esa fisura que
Lacan señalará con el término Entzweiung para definir que la “naturaleza
del sentido es exactamente la del no sentido/ paso de sentido” (Lacan S 12
Cap 23). El sujeto es empujado a hablar, a decir, y se encuentra con los
tropiezos, con la cara sexuada del inconciente y “lo que podamos articular,
formar, confluir significantes, con la única condición de respetar un mínimo de
estructura gramatical, hará ese no sentido/paso de sentido, tanto más
manifestará su relieve y originalidad” (Lacan, S 12, Cap 23)
Si
el sentido está marcado por la fisura del no sentido/paso de sentido siendo
interpretable, la significación se dirigirá hacia el tramo de la cinta cuyos
vértices son el Saber y el Sexo, ubicando allí la Verdad, y en ese punto nos
hallamos con la Castración, que opera negativizando al sujeto.
¿Este recorrido implica que en esta circularidad en la Banda de Moebius plegada tres veces todo es igual? No. Lacan va a decir que entre el Saber y el Sujeto no hay simetría, como si la hay en las otras dos combinaciones entre Sexo – Saber y Sexo -Sujeto.
Entre
el Saber y la Verdad la juntura es sutura y en ese cierre la Entzweiung
enmascara la escisión, dejando oculto al objeto a. Ese ocultamiento se
produce por la alienación - que trabajara Lacan en el Seminario 11 -donde
explica la dialectica de la relación con el Otro “es en la medida que soy a
que mi deseo es el deseo del Otro” (S 12, clase 23)
“El fantasma no es otra cosa que esa
conjunción del Entzweiung del sujeto con el a gracias al cual un
falaz completamiento viene a recubrir lo que concierne a lo imposible de lo
real. El carácter de cobertura que tiene el fantasma respecto a lo real, no
puede, no debe, articularse de otra manera. El análisis pasa por el desfiladero
de esa reposición de yo como sujeto en ese a que he sido para el deseo
del Otro, y ningún desanudamiento es posible en el enigma de mi deseo sin
volver a pasar por el objeto a” (lacan S12, clase 23)
Si
al comienzo del texto señalábamos que Lacan definía al juego en general como “un
fantasma hecho inofensivo y conservado en su estructura”, estamos en
condiciones de afirmar que si el analista ocupa la posición que conviene como
segundo jugador, no será sin consecuencias en tanto el juego del análisis
pondrá en juego sujeto, fantasma y objeto a.
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