Paradojas de la pulsación cultural

No es seguro que varias personas puedan acordar al momento de definir qué es la cultura, porque el concepto implica una valoración Ideológica relacionada con la lucha por las interpetaciones, que hacen al poder para determinar qué es un hecho cultural – y qué no -. Definir quién es un artista - o cualquier actor creador de cultura - nos lleva a la trampa de caer presos de las interpretaciones, cuestión de la que debemos estar advertidos para poder identificar la cultura instituída, de los movimientos culturales que pulsan desde el margen.

Si LA cultura (como universal) toma como referencia la Ideología, LA política al afirmarse en un Ideal contiene en su propio seno aquello que podríamos considerar “cultura oficial”, diferente de la “cultura alternativa”… a la oficial. De esta manera nos encontramos ante la primer paradoja: cuando lo “alternativo” pasa a ser “oficial” se genera en la misma operación un nuevo margen que brinda la posibilidad de que algo diferente suceda… al borde de la ahora “cultura oficial”.

Si lo instituido vuelto hegemónico – aún llenando un teatro - adormece y amortaja aquello que pulsaba desde el margen; desde el nuevo borde puede producirse la posibilidad de adelantar lo por – venir. En este punto nos encontramos con la segunda paradoja: La política cultural debiera renunciar la pretensión de globalidad (en el sentido de LA política) para alojar en su seno lo impolítico, que lejos de implicar la despolitización del espacio público asegura la promoción de lugares descentrados donde el márgen vehiculize lo novedoso que deconstruye la totalidad, mostrando su eficacia en los procesos de producción que ponen límite al desinterés y desencanto provocado por la “cultura oficial”.

Es interesante pensar una tercera paradoja relacionada a los movimientos culturales: Si éstos pasan a ser parte de LA política cultural ¿qué sucede con su potencialidad para la deconstrucción política y limitación del desinterés y desencanto por la “cultura oficial”? Podría decirse que la vinculación con la política cultural es posible en tanto NO – toda. Un primer punto a pensar nos podría llevar a la exigencia para que desde el Estado se faciliten los espacios públicos culturales y se creen nuevos lugares descentralizados para alojar… lo contingente, aquello que emerge. Un segundo punto podría conducirnos a la articulación de los distintos movimientos culturales a efectos de enriquecer e intercambiar experiencias alojando lo singular de cada una de ellas, conformando una red que a su vez posibilite la construcción de una cadena equivalencial que esté en condición de formular demandas específicas a LA política.

(escrito a la manera de conclusiòn personal respecto de lo trabajado en el encuentro organizado por "mil macetas", donde partiparon distintos grupos culturales alternativos de la ciudad de Bahía Blanca)

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