La Verdad del Juicio
En nuestra ciudad se están realizando los Juicios por crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura militar (1976 – 1983). Para los bahienses implica un ejercicio de memoria colectiva de lo sucedido en esa época, y de las acciones realizadas solicitando “Aparición con vida, juicio y castigo”. La perversidad de los autores del golpe de Estado se manifestó claramente en la desaparición forzada de personas y en la apropiación de bebes siendo imposible realizar el duelo de quienes no se sabía si estaban vivos o estaban muertos, lo mismo que recuperar a quienes no se sabía si habían nacido. Se hace imperativo encontrar alguna manera de hacer con la ausencia, para que la perturbación y el caos generado por la perversidad no logren su cometido.
Con la vuelta de la democracia familiares, militantes, ciudadanos y artistas inventaron un modo singular de protesta que trascendió las fronteras cuyo coletazo también se vivió a mediados de los 80 en nuestra ciudad, cuando comenzaron a aparecer en distintos muros imágenes - siluetas de tamaño natural, que hacían presente en el espacio público la ausencia de quienes habían desaparecido durante la dictadura. La utilización de siluetas tuvo origen en Buenos Aires un 21 de setiembre de 1983 durante la III marcha de la resistencia convocada por Madres de Plaza de Mayo en la que participaron los artistas plásticos Rodolfo Aguerreberry, Julio Flores y Guillermo Kexel[1] dando origen al movimiento artístico - político conocido como “el siluetazo”. En Bahía Blanca fueron pintadas por parte de integrantes del Frente de Apoyo a Madres de Plaza de Mayo.
Según cuenta Plinio el viejo en su “historia natural”, la pintura se origina cuando una doncella decide marcar en la pared la silueta de su enamorado que marchaba a la guerra, para que luego su padre –un artesano- realizase un relieve de su imagen y de esa manera poder acudir a un lugar donde recordarlo y reencontrarlo. Si el cuerpo de alguien presente eclipsa la luz para producir una sombra que permite circunscribirlo ¿qué ocurre cuando nos encontramos con la sombra de alguien que está ausente? la silueta puede operar como el revés de un espejo, ya que circunscribe en lo visible un cuerpo invisible que se encuentra más allá. Por medio de este artificio se ubica una ausencia, un vacío que interroga desde el fondo donde somos mirados, quizás por ello se decía “nos llaman, nos ven, nos gritan”.
Una silueta circunscribe[2] un lugar. En tanto borde no hallamos semejanza o desemejanza respecto de la imagen de un modelo, aunque participa de él. De igual manera que en el vacío localizado por el “cuadrado negro” de Kazimir Malévich, el trazado de la silueta por un momento des-vela, de allí el efecto de división para el sujeto. En la circunscripción de la silueta no encontramos al individuo concreto, tampoco su esencia. El encuentro de la imagen en una pared de la ciudad producía una perturbación: el golpe del negro vacío y la posibilidad de que cualquier imagen ocupara ese lugar, un desconocido, un ser querido, uno mismo... no era un mural cualquiera, imposible no preguntarse sobre lo imposible.
La ficcionalización producida por medio de la imagen sensible permitía la figuración y el acceso a una verdad, constituyéndose la silueta en terceridad entre el sujeto y el objeto ausente. La circunscripción del objeto posibilita el pasaje por lo simbólico de una falta real operando a la manera de rasgo separador. Françoise Regnault no se equivoca cuando dice que el arte permite avanzar a la teoría psicoanalítica, por ello conviene prestar especial atención a los modos artísticos utilizados durante y después de la dictadura, artificios que sirvieron para evitar que familiares y amigos de las victimas quedaran inmovilizados por el acto perverso, dando visibilidad social a su reclamo, permitiendo que hoy sea posible el “juicio y castigo”.
Horacio Wild © 2011
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