Notas sobre "Duelo y melancolía". Jornada realizada en Tres Arroyos en el año 2009

1. Breve introducción

Al preguntarse por el duelo, Freud lo define como “reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga a sus veces, como la patria, la libertad, un ideal” (pag 241). Esto nos ubica de entrada que lo que se duela, no necesariamente se encuentra relacionado a una persona, la pérdida de un ideal también implica un trabajo de duelo, algo que comúnmente podemos notar en la consulta cuando el sujeto sufre una conmoción fantasmática donde algunas veces nos encontramos que tiene mas peso el duelo por un ideal monogámico de pareja para toda la vida, que la separación de la persona de la esposa o el esposo a la cual ya no amaba como antes.

Freud comenzará a establecer puntos de coincidencia entre el duelo y la melancolía (pág. 242); ambos comparten:

· Una desazón profundamente dolida

· La cancelación del interés por el mundo

· La pérdida de la capacidad de amar

· La inhibición de la productividad

Pero como diferencia, en la melancolía vamos a observar aquello que no aparece en el duelo: la pérdida del sentimiento de sí, caracterizada por lo que será central a la hora del diagnóstico diferencial:

· Autoreproches

· Autodenigraciones

· Delirante expectativa de castigo

2. El autoreproche y sus relaciones con la Neurosis Obsesiva y la Paranoia

La cuestión de los autoreproches nos introduce lleno en el texto melancólico, pero respecto de la clínica debemos ser muy cuidadosos para ubicar las diferencias con los reproches de la neurosis.

Freud tempranamente se refiere a la estructura del reproche como constitutiva de los modos de defensa; en el manuscrito “K”[1] articula la etiología sexual de las neurosis no solo con un Quantum de afecto con el displacer, en la medida en que este remite mas bien a la Ley moral y el Interdicto; allí nos dice: “Mi opinión es que dentro de la vida sexual tiene que existir una fuente independiente de desprendimiento de displacer; presente ella, pude dar vida a las percepciones de asco, prestar fuerza a lo moral.”

Establece un autoreproche primario ligándolo a una falta sexual de la infancia, primer articulación que establece entre sexualidad y Ley, donde se origina el yo por una falta que es causa y producto. Con relación a los modos de defensa, la Neurosis Obsesiva nos mostrará que el contenido del reproche se desliza a otra representaciones, manteniendo su conexión con el reproche primario y su relación con la inconciabilidad con el yo; en el caso de la Paranoia el reproche interior es repelido al exterior (Manuscrito H)[2] y la representación ligada permanece casi sin modificaciones.

Estos modos de defensa nos permiten establecer dos territorios para la creencia:

· La creencia en el reproche primario manifiesta la articulación constituyente e la culpa

actual con la falta sexual acaecida en el pasado, nos introduce en los dos tiempos del acontecer sexual

· La creencia en la representación pone en continuidad al yo como consecuencia con la percepción del acontecimiento psíquico que tiene lugar en él.

Neurosis Obsesiva y Paranoia son distintas a la Melancolía que debe ser evaluada de forma diferente.

El autoreproche melancólico en “Duelo y melancolía” (pag 246) se vincula a:

· un reproche a un objeto de amor (pag 246) ante una afrenta real o desengaño

· Hubo elección de objeto, ligadura libidinal a una persona determinada

· Se sacude el vínculo ante la afrenta o el desengaño

El inconveniente es que el melancólico no puede perder lo que nunca había perdido el Otro barrado ha faltado. Por ello nos encontramos que:

a) La investidura de objeto resultó poco resistente, fue cancelada, pero la libido libre no se desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el yo (metáfora del vuelco)

b) En la identificación del yo con el objeto “la sombra del objeto ha caído sobre el yo” que en lo sucesivo es juzgado por una instancia particular. Se trata de la Identificación del yo con el objeto a.

En la pag. 249 nos encontramos que Freud nos dice que “la melancolía nos enseña que el yo solo puede darse muerte si en virtud del retroceso de investidura puede tratarse a sí mismo como un objeto, si le es permitido dirigir contra sí mismo esa hostilidad que recae sobre un objeto y subroga la reacción originaria del yo hacia objetos del mundo exterior”; esto ubica al reproche dentro del eje de la rivalidad mortal que se encuentra en sus dos polos: el estado amoroso y el suicidio.

3. El problema de la Privación del objeto

Con relación al trabajo del duelo, y volviendo al texto “Duelo y Melancolía” Freud nos va a decir (pag 243) que al no existir más el objeto amado, se debe quitar todos los enlaces de él lo que no se hace sin renuencia; nos recuerda los cuadros de Amentia o “psicosis alucinatoria de deseo” que aún vemos en la actualidad, cuando por ejemplo en una guardia hospitalaria una abuela en un estado de confusión alucinatoria / delirio onírico se presenta con el nombre de la nieta que hace unos días murió en sus brazos, para que luego de pocas horas recuperarse para comenzar su trabajo de duelo, que a decir de Freud siempre se ejecutará pieza por pieza.

La melancolía también puede ser la reacción ante una pérdida, pero de una naturaleza más ideal; el objeto quizás no esté muerto, pero se ha perdido como objeto de amor, como por ejemplo una novia que se marchó. Un punto muy importante en todo esto es que no podemos discernir qué es lo que se perdió, tampoco el melancólico, y pudiendo ocurrir que sepa lo que perdió pero no lo que perdió en él. En la melancolía se produce un quiebre en lo Imaginario identificándose a la falta que le falta al Otro (falo imaginario) o a la falta que al Otro no le falta; al no saber lo que perdió se produce la renegación de la pérdida. Es lógico preguntarse: ¿hay pérdida en la melancolía? ¿cómo podemos calificarla con mayor precisión? ¿de qué naturaleza es ese objeto?

La operación que Lacan realiza sobre Freud nos permite distinguir tres formas de la falta de objeto, siendo una de ellas la Privación[3].

Jacques Lacan dirá que podemos hablar de Privación a propósito de lo Real siendo distinto a lo Imaginario, esto se convierte en un problema ya que el sujeto debe ser privado de algo que, por definición, no tiene. La privación es esencialmente una falta real, un agujero.

El pasaje por lo simbólico de esta falta real tiene dos requisitos:

· Lo simbólico tiene que haber actuado sobre lo real para hacer de él un mundo separado de un sujeto que, a partir de allí tiene como tarea situarse en él

· Que lo simbólico ponga de relieve una hiancia, una no – respuesta donde no sea posible decir “la verdad de lo verdadero”; en ese lugar interviene el objeto a

En el Seminario “El deseo y su interpretación”, al referirse al objeto del fantasma nos dirá que el sujeto con relación al significante está privado de algo de sí mismo, de su vida misma que cobró valor por lo que se asocia al significante; al significante de su alienación significante, a decir: el falo. En la medida de que el sujeto es privado de este significante. Un objeto particular se convierte en deseo, esto es lo que significa la fórmula del fantasma.

Como podemos ver el mecanismo del duelo se superpone al mecanismo de la Privación. El agujero de esa pérdida que provoca el duelo ¿dónde está? Está en lo Real. Entra por eso en una relación inversa de la que propicio ante Uds. con el nombre de Verwerfung… ese agujero ofrece el lugar a que se proyecto el significante faltante, esencial para la estructura del Otro. Se trata del significante cuya ausencia hace al Otro impotente para darle la respuesta.

El objeto a se presenta vestido con la imagen de un semejante i(a), teniendo cono función la de remedar la Privación…

4. La sombra del objeto:

Una de las frase más recordada en psicoanálisis es en relación a la Melancolía, cuando Freud escribe (pag 246) que “la sombra del objeto cayó sobre el yo”, instaurando de esta manera la metáfora del “vuelco”. Es interesante para clarificar este punto desde una perspectiva lacaniana, reflexionar sobre el objeto, en tanto necesariedad de que se encuentre en una posición tercera:

· El objeto en Freud, como eficaz, siempre está indicado por una negatividad, cuestión que podemos encontrar desde sus primeros escritos donde ubica das Ding como perdida.

· Desde las cartas a Fliess el hilo conductor en el tema de la Melancolía ha sido el de “representación intrapsíquica del objeto”

· La modalidad específica de la Melancolía es la del objeto rechazado (verworfen) común a la esquizofrenia y la Paranoia.

· La epistemología científica que divide a la realidad material de la psíquica se presenta como un obstáculo para pensar la melancolía.

· La identificación narcicista que Freud plantea, desconoce el papel de la investidura libidinal en la constitución de la realidad misma, por lo que la solución lacaniana realiza un aporte muy importante al plantear con rigurosidad la distinción entre i(a) y a, permitiendo afirmar el pensamiento freudiano, favoreciendo la división de lo que se abandona a la cuenta del Otro y lo que importa al yo en esta contabilidad.

· Se funda la aprensión en la categoría de “objeto perdido”, objeto a que tiene relación con la causalidad psíquica

· El desarrollo de los conceptos de Privación y Rasgo Unario articula la libido con la verdad, en efectos subjetivos de verdad, certeza y creencia. El matrimonio tormentoso del sujeto y la verdad es el objeto que está en posición tercera.

Respecto del Rasgo unario podemos decir que se constituye en la intervención separadora que, en lo imaginario está encargado de zanjar al yo de sus dependencias ideales; esto explica el guión de la réplica, ya que al no poder constituir una separación que lo separe de ella instaurando la función del resto y del objeto perdido, el melancólico está cautivo dela imagen al punto de confundirse con el mutismo. Si esta imagen se borra, se modifica o se demuestra inconsistente, el sujeto puede disolverse en la imagen, por ello el límite separador que pone un obstáculo a esta absorción es el rasgo unario.

5. La inhibición melancólica:

Retomando el texto Freudiano, otra de la cuestiones que planteará Freud es el problema de la inhibición melancólica, que implica una extraordinaria rebaja del sentimiento de sí, donde el yo se pierde quedando identificado al objeto falta. Por ello nos encontramos con:

· Delirio de insignificancia

· Reproches

· Insomnio

· Repulsa al alimento

· Desfallecimiento de la pulsión

· Autoimputaciones.

En el Manuscrito “G” Freud había definido a la melancolía como “inhibición psíquica con empobrecimiento pulsional y dolor por ello” esto hace que lo psíquico se recoja sobre sí mismo y tiene un efecto de succión sobre las magnitudes de excitación. De esta manera, la melancolía pasa toma la categoría de “hemorragia interna” utilizando como analogía el dolor. La distinción que establece con la neurastenia es que en ésta la excitación se escapa como por un agujero que bombea la excitación; mientras que en la melancolía el agujero está en lo psíquico. “Agujero en lo psíquico” podrá considerarse como antecedente de la Verwerfung donde Lacan en “De una cuestión preliminar” dice que “en el punto donde, ya veremos como, es llamado el Nombre del Padre, puede pues responder en el Otro un puro y simple agujero” lo que nos lleva a pensar a la inhibición melancólica y su relación con el agujero forclusivo.[4]

Debemos recordar que después de “Duelo y Melancolía” Freud realiza observaciones que son como piezas sueltas quedando en nosotros ensamblarlas, con relación a tres ejes:

· Superyó

· Ideal del Yo

· Objeto

En “Inhibición, síntoma y angustia” nos enseñará sobre la inhibición depresiva[5]: “muchas inhibiciones son manifiestamente renuncias a la función, porque si esta se ejecuta se desarrollará la angustia”; este punto es interesante pensarlo desde la perspectiva del duelo, cuando en algunas ocasiones escuchamos que detrás de la inhibición nos encontramos con un deseo puesto en el freezer que de llevarlo adelante genera angustia, porque lo inhibido le estaba reservado a otro.

Finalmente nos encontramos con que la acuciante franqueza del melancólico produce una complacencia con el desnudamiento de sí mismo. Cabe notar que ante todo de lo que se tratará en la melancolía es del desagrado moral del propio yo. Su empobrecimiento del mismo ocupa un lugar privilegiado entre sus temores y aseveraciones; y en este punto debemos considerar la importante aseveración freudiana: rara vez son objetos de apreciación melancólica:

· El quebranto físico

· Fealdad

· Debilidad

· Inferioridad sexual(pag 245)

Horacio Wild
Copyright 2009


[1] Sigmund Freud “Manuscrito K: las neurosis de defensa” AE I

[2] Sigmund Freud “Manuscrito H” AE I

[3][3] Jacques lacan Seminario IV, Ed Paidós

[4] Nestor Yellati, “recorrido transpolar” en “Psiquiatria y Psicoanalisis” Ed Grama 2007

[5][5] Freud Sigmund, “Inhibición, síntoma y angustia” AE

Comentarios

Entradas populares de este blog

La voz y las voces

Entrevista a Rafael Martín. Escultor y testigo

La “reasignación de sexo” en niños y adolescentes a debate en Europa