Brazos Abiertos: el arte no distingue estructuras


Unos se encuentran mayormente deshumanizados y reducidos a objetos de pura necesidad biológica donde lo importante pasa a ser la ingesta diaria del fármaco y del plato de comida. La reclusión en hospitales por parte de la Justicia paradójicamente los protege mediante el encierro y la exclusión de la vida comunitaria convirtiendose en un sistema de inclusión al precio de la segregación.

Algunos concurren cotidianamente por Consultorios Externos a buscar sus “recetas” y retirar la medicación quedando el tratamiento reducido sólo a eso; al menos no están encerrados. La dificultad en el lazo social producto de su estructura psíquica imposibilita su constitución como actores sociales, cercenandose la posibilidad de demandar y ser escuchados. En un manicomio es muy difícil determinar cuánto del estado de anomia es consecuencia de una enfermedad mental, de los efectos producidos por la Institucionalización de las personas.

Otros, también deshumanizados y reducidos a objetos de pura necesidad biológica, reciben ayuda para la comida diaria en distintos lugares de la ciudad: El plan alimentario, el “Plan social”, el subsidio. Cuando aún existen fuerzas y el lazo social no se encuentra disuelto, unos pocos se convierten en actores sociales enunciando demandas y generando acciones para ser escuchados llevando a quienes momentáneamente representan el poder jurídico-político a la mesa de negociación a efectos de lograr algún acuerdo que los beneficie. Algunos generan lazos para ayudarse mutuamente, pero se les dificulta erigirse como actores sociales que soliciten respuestas al Otro jurídico-político. Finalmente están los que pasan a ser parte de una “masa marginal” conformada por quienes quedan por fuera del empleo de forma permanente y que no son necesarios al Sistema productivo, pequeños delincuentes, proxenetas, adictos, pequeños traficantes; lo que los Medios de Comunicación Social definen como aquellos que “ponen en peligro la ciudad”

Unos y Otros ocupan el lugar de resto, de lo que sobra, de lo que se incluye a costa de la exclusión; aquellos que no se quiere ver, que es preferible ocultar. Sin proponérselo muestran lo que no anda en lo social, quedando casi por fuera del consumariado para formar parte de la clase de los sin clase, de lo que están dentro de la sociedad pero al borde. Unos y otros, en tanto humanos, intentan establecer estrategias de sobrevivencia. Los unos generalmente de forma solitaria: Piden dinero, cigarrillos, golosinas y ropa; ya que la medicina no se ocupa de vestir a la gente y brindarle esos pequeños gustos como puede ser el saborear una gaseosa. También están los que hacen pequeñas changas, por ejemplo vender en forma ambulante en la calle algún producto para comprarse esa golosina tan ansiada o esos aros que les permiten recordar tiempos mejores. Los Otros generalmente pueden estabecer más lazos, aún desde la impotencia, alguna changa de vez en cuando, la visita a cada lugar donde “dan” algo, el pedido callejero de ropa para sus hijos o para venderla en una feria americana.

Unos y Otros circulan por el Hospital Público, Unos porque la Justicia generalmente determina su internación, Otros por angustias y depresiones como respuesta al progresivo deshilachamiento de la trama simbólica en la que se sostenían y su posterior rotura en 2001, quedando ubicados al margen. Ambos se localizan en esa hiancia que se produce cuando para el Otro de la salud son problemas sociales y para el Otro de lo social son problemas de salud. Un No-lugar caracterizado como vacío, punto de desalojo en donde se evidencia el Otro que no existe y los efectos singulares del discurso del capitalismo en su lógica de exclusión y ruptura del lazo social.

Los Equipos técnicos conformados desde el área de la Salud Mental que trabajan en lo que se denomina “rehabilitación”, si bien no se encuentran al borde del vacío comparten algunas características de los Unos y los Otros, una de ellas es la clara evidencia del Otro que no existe. El padecimiento psíquico ha ocupado y ocupa un lugar secundario en la Medicina y del presupuesto de salud, ocurriendo lo mismo en las áreas de atención de los problemas sociales cuando las personas no se convierten en actores políticos que demandan. En el caso de la “salud mental” esto se objetiva a nivel Nacional, Provincial y en lo más concreto: generalmente las comunas ante la oposición problemas de Salud / problemas sociales, tienen dificultades para contener y tratar a quienes se denomina “locos” o “enfermos mentales”. Si la justicia se ocupa de expropiarles los derechos de ciudadanía para protegerlos, en su propia comunidad pierden la categoría de habitantes de la ciudad depositando “el problema” (las personas) en los Hospitales Provinciales. El padecimiento psíquico se encuentra “al margen” y de alguna manera en el mismo lugar podemos hallarnos a quienes trabajamos en ello; y el presupuesto asignado. Desde este punto de vista es posible entender el por qué en lo concreto algunos Equipos de trabajo de lo que se denomina “rehabilitación” estén conformados por psicólogos, talleristas y personal administrativo que realizan su tarea en forma gratuita, con presupuesto cero y un funcionamiento administrativo- institucional para la obtención de recursos económicos similar al de una Organización No Gubernamental, pero sin las ventajas de la misma. Poco importa demostrar que es más barato sostener sistemas de externación de pacientes e inserción social que mantener la estructura manicomial y las distintas mutaciones de la misma. La manicomialización y segregación exceden la lógica presupuestaria, nos introducen de lleno en una lógica social, en el “síntoma social”, en aquello que no anda.

La aceptación pasiva y resignada de estas condiciones implica la participación activa en lo que Peter Sloterdijk denomina “razón cínica” cuya fórmula sería “Ellos saben muy bien lo que hacen, pero aún así, lo hacen”. Parafraseando a Slavoj Zizek podríamos decir que muchas veces los Equipos se ven ocupando el lugar de quienes sostienen una fantasía lamada Ideología, cuya función es hacer de soporte de lo que se denomina “realidad” y que estructura los modos en que las relaciones sociales efectivas encubren lo real, aquello que prefiere mantenerse velado respecto de las relaciones sociales. Es de suponer preferible cuestionar la Etica que se desprende de las prácticas jurídicas y socio-sanitarias animándose a reformular el rol de los Equipos técnicos dentro de los Aparatos Ideológicos del Estado y del sistema control - exclusión que Foucault denomina “Instituciónes del secuestro del cuerpo y del tiempo personal”: las Salas de internación, los pabellones de “crónicos”, y sus distintas mutaciones. A partir de allí es posible poner en tensión a las Instituciones respecto de sus fines y lo que reproducen, con posibilidad de realizar algún corte en el circuito de la repetición que posibilite el surgimiento de otra cosa. En ese sentido trabajamos en “Brazos Abiertos I Etapa”, tratando de generar algo distinto desde nuestra propia carencia económica para sostener un espacio de re - habilitación, dando un giro hacia la integración social y comunitaria no de forma discursiva sino en acto, por medio de talleres compartidos por los Unos y los Otros; afirmando de esta manera que cuando desde lo Instituído se hace un viraje en dirección hacia la Comunidad en su punto de falta constituyente, las categorías que desde las distintas ciencias se utilizan a los fines de clasificar a las personas y los grupos pierden el peso implicito de la nominación, y se posibilita la generación de algo nuevo, particular, que puede posibilitar convertir la exclusión en una oportunidad para la generación de nuevas formas de construcción e inclusión social acordes al cambio de época en el que vivimos.

Extraido de la publicación "Brazos abiertos, convertir la exlcusión en oportunidad", proyecto que por medio talleres artesanales integró en el trabajo a pacientes de un hospital de día con personas de la comunidad, favoreciendo la integración y la colaboración entre los distintos actores.
Horacio Wild
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