Los Iconos del "Hombre de los Lobos"


(Fragmento del texto " El objeto mirada y su tratamiento iconográfico")
Horacio Wild

En la tradición rusa en cada familia se destina un rincón de la habitación como santuario donde se ubican los Iconos, esto implica la continuidad entre la vida litúrgica y la doméstica. En la pequeña habitación de Iconos se ubican el Icono Patrón (que se entrega en el momento del bautismo), el Icono familiar (para los casados), el Icono de devoción y los pequeños Iconos portátiles que son compañía para peregrinaciones o peregrinajes. Es el lugar de lo sagrado, y como la Dra Escardó lo relata, es el lugar donde se mira a los Iconos y se los adora, ya que el creyente se prosterna para que su mirada llegue al Creador, y el Creador lo mire por la ventana que el Icono constituye. El creyente pide el juicio de Dios que a diferencia de la tradición romana - ligada al derecho y por lo tanto al castigo – implica la solicitud de una nueva posibilidad para no repetir el pecado.

Uno de los pacientes más famosos atendidos por Freud -Sergei Pankejeff - creció dentro de una familia rusa y de la cultura Ortodoxa. La historia de su neurosis infantil motivó entre otras cosas un escrito relacionado a la pulsión que se tituló “Sobre las trasposiciones de la pulsión y el erotismo anal”[1] contemporáneo a la publicación del caso clínico… y si nos interesa el tema de la circunscripción y la Iconografía entre otras cosas es para poder ubicar algo de ello en la clínica del caso.

¿Qué significa trasponer?...poner algo en un lugar diferente del que ocupaba, lo que puede incluir los modos de tratamiento de la pulsión y por ende sus destinos y formas de anudamiento. Freud dirá que el temor a ser comido por el lobo no es mas es una trasposición[2] del deseo de ser poseído sexualmente por el padre del mismo modo que con la madre; y que el sueño de los lobos y la zoofobia se “traspuso”[3] en una neurosis obsesiva de contenido religioso (…) “la introducción de la religión puso fin a la fase anterior, pero produjo el relevo de los síntomas de angustia por síntomas obsesivos (…) la madre misma le contó la historia sagrada y además hizo que la ñaña se la leyera en voz alta de un libro adornado con ilustraciones”[4]. La religión de Sergei era Ordodoxa, por lo tanto la habitación de Iconos es parte de su tradición, ello lo notamos en el relato freudiano: “Antes de dormir se veía precisado a rezar largo rato y a hacerse la señal de la cruz innumerables veces. Al anochecer, y llevando una banqueta a la que se trepaba, solía también hacer la ronda por todas las imágenes sagradas colgadas en la habitación y besarlas con unción una por una. Muy mal - o quizás perfectamente bien- armonizaba con este ceremonial piadoso su recuerdo de haber tenido pensamientos sacrílegos que le venían a la mente como un envío del Diablo”.

¿Qué ocurrió con la neurosis religiosa de SP? En su autobiografía hace referencia a que habría descartado lo religioso por la influencia que tuvo en él Herr Ridel, quien era ateo y modelo de identificación para Sergei. “La cuestión es saber qué vino a llenar el vacío que así se creaba. Tal vez transferí (siguiendo el lenguaje que utiliza Freud sería conveniente leer allí “traspuse”) al dominio de la literatura parte de mis anteriores sentimientos religiosos, por que entonces, más o menos a los trece años, empecé a leer con apasionado interés las novelas de Tolstoi, Dostoievsky y Turguenev. Veneraba casi como si fueran santos a estos escritores y también a los mayores poetas rusos, a Pushkin y sobre todo a Lermontov. Es posible que mas adelante mi sentimiento religioso se haya transferido (transpuesto) a la pintura y que el goce que me provocan la belleza y la armonía de la naturaleza también se relacione con la religión”[5].

Las distintas trasposiciones habrían sido las siguientes: escena primaria → sueño de los lobos → zoofobia → neurosis religiosa →lectura de poesía → pintura y goce por la naturaleza.

En octubre de 1926 consulta a Ruth Mack Brunswick por lo que dicho analista califica como una “idee fixe hipocondríaca” que se asemeja a un síntoma dismórfico, cuestión que pasó a la historia del caso clínico con el nombre de “la psicosis del hombre de los lobos”. Lo extraño de esto es cómo se resuelve dicho síntoma- Si el sueño es la “via reggia” del inconciente, dos sueños del “hombre de los lobos” permitirán pensar en su cura utilizando algunos conceptos que hemos estado trabajando.

Del Sueño los lobos al sueño de los Iconos:

“El paciente y su madre se encuentran en una habitación; uno de los rincones está cubierto de íconos. Su madre descuelga los Iconos y los arroja al suelo. Los iconos se quiebran en pedazos. El paciente se sorprende de la conducta de su piadosa madre. Había sido la madre del paciente quien, desesperada por la irritabilidad y ansiedad del niño, le había enseñado la historia de Cristo a la edad de cuatro años y medio. Como resultado el niño que hasta entonces no podía dormirse por miedo a las pesadillas, las cambia por un ceremonial que, una vez cumplido, le permite dormirse instantáneamente. El ceremonial consistía en hacer un recorrido por la habitación antes de acostarse, mientras se persignaba y oraba, besando uno tras otros los Iconos. Este ceremonial fue el comienzo de su neurosis obsesiva. ”[6]Como diría Jacques Lacan en el seminario L ‘insue, “el inconciente sigue siendo el Otro, no veo que pueda dar un sentido al inconciente, si no es el de situarlo en ese Otro portador de los significantes”[7]y quien los introduce es esta madre que ocupa el lugar del Otro, lo cifrado se descifra y de allí los recuerdos del hombre de los lobos, de los cuentos infantiles. En la lectura que realiza del Seminario nombrado Jacques Alain Miller señala que en el mismo se produce la máxima separación entre sentido y goce, perdiendo incluso el sentido del Uno para reintroducirlo de una manera que no es ni onto ni teo - lógica[8] Si el inconciente es el Otro Lacan lo separa de lo real para constituir con la lógica del Uno el inconciente como ex – sistencia, lo que Jacques Alain Miller denomina[9] Inconciente real, aquello sin Ley que no puede ser significantizado, pero que puede localizarse. En el cuadro que conforma la ventana del sueño de los lobos, algo se circunscribe y es señalado por la angustia que a Sergei le provoca la imagen: “Me miraban”[10].

Lo circunscripto en el sueño de los lobos nos lleva al mirar atento e inmovilidad de los lobos, que se encuentra en un más allá del aspecto tranquilo que señala Sergei[i] , orientándolo en dirección al recuerdo de algo sucedido e ignorado ocurrido en una época más temprana (escena primaria). El mirar atento y la inmovilidad marcan un límite al desciframiento y un lugar donde el Otro no responde - aquello que Freud llama ombligo del sueño y que designamos con el nombre de Inconciente real-. El fracaso del sueño y la angustia indica el punto mudo en el sentido, que pone al sujeto en riesgo de desanudamiento[11]. La mirada viene de un Otro que pareciera presto a devorar al soñante, con la disolución yoica que esto implicaría. La zoofobia se constituye ocupando el lugar del significante inter-dicto faltante, y con posterioridad la mirada queda circunscripta a los Iconos como mirada del Dios que se hace presente en ellos.

¿Qué sucede en el sueño de los Iconos? No se trata solo de que caen los significantes piadosos de su madre que ocupa el lugar del Otro, se trata de que en la destrucción del Icono el Otro queda ciego, ya no puede ver, el objeto mirada ha caído permitiéndonos ubicar dos tiempos: El primero donde lo circunscripto señala una presencia (localización), el segundo tiempo cuando el objeto presente cae y esto no es sin consecuencias, las que se traducen en el siguiente sueño.

Del sueño de los Iconos al sueño de los lobos:

“El paciente mira a través de una ventana hacia una pradera, más allá de la cual hay un bosque. El sol brilla en los árboles y salpica la hierba con reflejos; las piedras de la pradera tienen un curioso tinte violáceo. El paciente observa en especial las ramas de cierto árbol y admira la manera en la que se entrelazan, no entiende como todavía no ha pintado ese paisaje. El paisaje de este sueño debe ser comparado con el del sueño de los lobos cuando tenía cuatro años. Ahora brilla el sol; entonces era de noche, y la noche es pavorosa. Las ramas de los árboles donde antes se hallaban los aterradores lobos ahora están vacías y hermosamente entrelazadas (…)[12]

Pareciera que en lo inmediato nada cambia, aunque Sergei produce nuevos sueños que la analista interpreta como aclaración de las relaciones entre padre e hijo que señalarían que “el comienzo de la libertad del hijo”[13] ya que se tratan de la castración del Otro, reconstruyendo a su vez el armando del síntoma por el que consulta.

Brunswick relata que la remoción del delirio hipocondríaco (o posible dismorfobia) se produjo en forma repentina, aunque de alguna manera creo fue adelantada por los dos sueños que se señalan en este texto, ya que la circunscripción y el posterior vaciamiento de la mirada pueden ser considerados como condición para que la perturbación en lo imaginario se disuelva. La psicoanalista nos dirá que “En adelante siguió bien. Podía pintar, planificar su trabajo, estudiar materias que pertenecían al campo de su elección y retomar ese inteligente interés general en la vida, el arte, y la literatura, que le era propio” [14]

[1] Sigmund Freud, “Sobre las trasposiciones de la pulsión y el erotismo anal” AE XVIII
[2] Sigmund Freud “De la historia de una neurosis infantil (el hombre de los lobos)”, AE XVII, pág. 44
[3] Sigmund Freud “De la historia de una neurosis infantil (el hombre de los lobos)”, AE XVII, pág. 58
[4] Sigmund Freud “De la historia de una neurosis infantil (el hombre de los lobos)”, AE XVII, pág. 58
[5] Muriel Gardiner “El hombre de los lobos por el hombre de los lobos”. Ed Nueva Visión. Pag. 36
[6] Ibid. Pag 205 - 206
[7] Jacques Lacan. Seminario XXIV L-insue (inédito)
[8] Viviana Fruchtnicht. “La orientación es el síntoma” Ed Grama
[9] Jacques Alain Miller. “El lugar y el lazo” inédito
[10] Sigmund Freud “De la historia de una neurosis infantil (el hombre de los lobos)”, AE XVII, pág. 29
[11] Mario Goldenberg. “El sueño del sentido”. www.elsigma.com/site/detalle.asp?IdContenido=3639
[12] Muriel Gardiner “El hombre de los lobos por el hombre de los lobos”. Ed Nueva Visión. Pag. 206
[13] Ibid pag. 208
[14] Ibid pag. 211

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