Un rasgo de ingenio de Jacques Lacan. (De las relaciones del psicoanálisis con el marxismo (1)) Horacio Wild


“La instancia de la letra en el inconciente o la razón de Freud” es uno de los escritos más citados de Jacques Lacan. En el texto se establecen relaciones con el estructuralismo – especialmente con la lingüística- lo que permite ubicar al psicoanálisis del lado de la ciencia, gracias a la materialidad del significante.

En la actualidad, poca importancia suele darse a la relación del psicoanálisis con el marxismo, relación con la que el Psicoanálisis ha sido beneficiado en distintos desarrollos. La idea es que en este texto podamos “reabrir” el escrito lacaniano para rescatar este grandioso rasgo de ingenio por el que Lacan deja en tinieblas las relaciones del significante y el trabajo; apela a la autoridad de Stalin para zanjar una discusión de la relación del significante con la lucha de clases para afirmar que el lenguaje no está en la superestructura, quitando al significante del mundo espiritual de las ideas para dejarlo del lado del materialismo, lo que posibilita su constitución como objeto científico a ser estudiado por la ciencia lingüística. Si el inconciente es estructurado como un lenguaje y la letra es la estructura localizada del significante, el psicoanálisis adquiere estatuto de científico.

De las relaciones del significante y el trabajo.

En la pag. 476 Jacques lacan nos dice que “no tomaremos aquí partido ni punto de partida, dejando en sus tinieblas a las relaciones originales del significante y el trabajo”. La discusión sobre el origen que conviene dejar en tinieblas en ese momento se relaciona con el mito del pasaje del mono al hombre, planteado por Friedrich Engels en su libro “dialéctica de la naturaleza”. ¿Cuál es el planteo la poiesis marxista y qué relación tiene con el lenguaje? ( pag 155)

Engels plantea que el pasaje del mono al hombre se produjo por especialización progresiva de la mano. Con ayuda de ella el mono no solo se desliza sino que comienza a construir nidos en los árboles, techos para guarnecerse de la lluvia, garrotes para defenderse de ataques. Con el correr del tiempo la mano pudo tallar su primer cuchillo con piedra, y el desarrollo de la mano al pasar de operaciones simples a operaciones mas complejas fue produciendo el desarrollo del cerebro. La mano no sería solamente órgano de trabajo sino su producto.

Para Engels el desarrollo de la mano produjo el del hombre en dos sentidos:

1) Ley de correlación del crecimiento de Darwin: La mano se afina, el hombre se erecta y eso repercute en todo el organismo.

2) El desarrollo del trabajo produjo la cooperación entre nuestros antepasados, y esto produjo la evolución de la laringe por un progresivo intento de comunicación entre pares que se transformó luego en lenguaje, instrumento de comunicación de la especie. La necesidad creó el órgano (laringe)

En la poiesis marxista, el origen mítico del lenguaje parte de la necesidad de cooperación para trabajar con otros. El trabajo y el lenguaje serían los dos incentivos más importantes por los que el cerebro del mono se habría transformado en el cerebro del hombre. En Engels podemos decir que el lenguaje queda ligado a la actividad productora, y de igual manera está sujeto a transformaciones y puede ser transmitido de una generación a otra enriqueciéndose.

El real socialista y lenguaje

Continuando con la argumentación de Jacques Lacan, nos encontramos que respecto de las relaciones del significante con el trabajo avanza para afirmar que se contenta con un rasgo de ingenio para deshacerse de la función general de la praxis en la génesis de la historia: la sociedad misma que pretende haber restaurado en su derecho político con el privilegio de los productores la jerarquía causatoria de las relaciones de producción respecto de las superestructuras ideológicas, no ha dado a luz el esperanto cuyas relaciones con lo real socialista hubiesen puesto desde su raíz fuera del debate toda posibilidad de formalismo literario”. En este punto Jacques Lacan se mete en el corazón de la discusión de los lingüistas rusos, ya que ¿cómo el lenguaje podría esta por fuera del esquema antinómico creado por los fundadores del marxismo?

Durante muchos años la visión predominante en Rusia fue la de Nikolai Marr, que junto con sus discípulos desarrollaron hipótesis con las que se pretendía dar cuenta de que el lenguaje es creado por una clase social partiendo de la visión del mundo que tiene, donde los vocablos adquieren su propia significación diferencial. Para Marr y sus discípulos, en una sociedad comunista las lenguas tendían a fundirse en una sola basando dicha afirmación en la existencia de un hipotético proto – lenguaje que sería origen común de todos los idiomas. Marr aplicó la lucha de clases a la lingüística. Lacan señala acertadamente que el real socialista no dio a luz un lenguaje universal (citando al Esperanto como la lengua auxiliar de mediados del XIX cuya pretensión fue de universalizarse) y para no dejar posibilidad de discusión sobre la posición que va asumir respecto del lenguaje, apela al escrito “acerca del marxismo en la lingüística” en el que Stalin (bajo la forma de reportajes) sienta clara posición de que el lenguaje no es una Superestructura donde responsabiliza del estancamiento de la lingüística rusa a Marr y sus discípulos.

¿En base de qué Stalin desestima las teorías de Marr?

Si recordamos que la clásica definición del marxismo hace referencia a qué la infraestructura económica determina la superestructura ideológica, definir que el lenguaje no es infraestructura ni superestructura no es una cuestión menor, ya que quita de cuajo al lenguaje del juego antinómico del pensamiento marxista. La línea mas sencilla en la argumentación es que las distintas clases sociales necesitan comunicarse entre sí, y para ello el lenguaje es algo común; Stalin no niega la existencia de “lenguajes de clase”, pero se refiere a ellos como “dialectos” del lenguaje compartido, que a su vez es necesario para que pueda existir la lucha de clases.

Dirá Stalin que “todas las palabras de una lengua constituyen, juntas, lo que se llama su vocabulario. Lo principal en el vocabulario de una lengua es su caudal de voces, del que forman parte, como núcleo suyo, todas las palabras raíces. El caudal de voces básico es mucho menos amplio que el vocabulario de la lengua, pero vive mucho tiempo, durante siglos, y suministra a la lengua una base para la formación de nuevas palabras. El vocabulario refleja el estado de la lengua: cuanto más rico y variado es el vocabulario, más rica y desarrollada es la lengua. Sin embargo, el vocabulario, por sí solo, no constituye todavía la lengua: es, más bien, el material de construcción para la lengua. Del mismo modo que los materiales de construcción no constituyen el edificio, aunque sin ellos no es posible levantarlo, así también el vocabulario no es la propia lengua, aunque sin él es inconcebible toda lengua. Pero el vocabulario adquiere una importancia enorme cuando se halla a disposición de una gramática, que establece las reglas que rigen las modificaciones de las palabras y la combinación de las palabras en oraciones y, de este modo, hace de la lengua algo armónico y coherente

Para Stalin la lengua se liga a la producción como un instrumento mas, por ello no forma parte de la Superestructura que se liga a la producción pero través de la economía, por ello el vocabulario de una lengua no cambia cuando cambia la superestructura, aunque existen transformaciones en el lenguaje pero más allá de los cambios en la superestructura. La argumentación de Stalin (digna de ser leida) recorre los tópicos mas importantes de la lingüística rusa, y da lugar a ubicar el lenguaje como material, lo que permite que se afianze la Escuela de Praga, continuadora de la obra de Ferdinand de Saussure, conformada por Vilen Mathesius, Nikolay Trubetskoy y Roman Jackobson.

Jacques Lacan en su escrito definirá que “Por su parte, confiaremos únicamente en las premisas, que han visto su precio confirmado por el hecho de que el lenguaje conquistó allí efectivamente en la experiencia, su estatuto de objeto científico”; para introducirse en la teoría del significante y establecer su relación con la razón freudiana.

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