De potrillos, cuadreras y... algo más

Las letras de los tangos dan cuenta de un fenómeno que retorna actualmente -si es que en algún momento desapareció- y que se observa y escucha no sólo en la clínica sino también en la vida cotidiana: el juego en tanto adicción, o mejor aún, la adicción que se fi ja en el juego. Pretendo establecer un contrapunto entre estas letras y algunas nociones psicoanalíticas.

En cada etapa histórica la sociedad y sus mercados ofrecen diferentes variables en lo que a juego y apuestas se refiere, y el sujeto con sus características propias y su historia se inserta en alguna de éstas. En la década del treinta en nuestro país la variable de juego que imperaba era la carrera de caballos -hoy serán otros los

objetos que el mercado ofrece- y las letras de los tangos las mencionaban una y otra vez. En 1939 Francisco García Jiménez escribe un tango al que tituló “Lunes”. En una de sus estrofas dice lo siguiente:

“…Ayer - ¡que dulce!-, la fija del potrillo;

Hoy - ¡que vinagre!-, rompiendo los boletos…

El almanaque nos bate que es Lunes,

Que se ha acabado la vida bacana…”

“…Mi sueño al diablo fue a parar,

la redoblona se cortó

y pa ´l laburo hay que rumbear…”

Puede admitirse a partir de lo manifestado en esta letra que en algunos sujetos, no en todos, algo hace de tope al jugar, limita el goce, opera un corte, que en este caso podría ser “el laburo”. Pero digo “no en todos” porque surge a partir de las impresiones de la letra del siguiente tango otra modalidad en la cual el sujeto es arrasado y arrastrado a un goce sin límite. Es así como en 1935 Alfredo Le Pera escribía las letras de “Por

una cabeza”:

“Por una cabeza de un noble potrillo,

Que justo en la raya afloja al llegar

Y que al regresar parece decir:

-No olvides hermano, vos sabés, no hay que jugar…”

“… ¡Basta de carreras!¡Se acabó la timba!

¡Un final reñido yo no vuelvo a ver!

Pero si algún pingo llega a ser fija el Domingo,

Yo me juego entero…¡Qué le voy a hacer!...”

En estas estrofas se lee algo del orden del imperativo que empuja al sujeto a gozar y, por otro lado, aquella compulsión de la cual no puede desasirse. En 1929 Juan Villalba y Hermido Braga escriben en el tango

“Palermo”:

“…Me arrastra más la perrera,

Más me tira una carrera

Que una hermosa mujer…”

De estas palabras se podría extraer el lugar que viene a ocupar el juego para ese sujeto poniendo en videncia la ruptura con el goce fálico que en él opera, es decir, la difi cultad que presenta un sujeto que hace uso de esta modalidad por la cual no puede hacer del Otro sexo un partenaire sintomático y singular. José Rial en 1931 escribió el tango cuyas estrofas recortamos a continuación intitulado “Preparáte pa´l domingo”:

“Preparáte pa´l domingo si querés cortar tu yeta;

Tengo una rumbiada papa que pagará gran sport.

Me asegura mi datero que lo corre un buen muñeca…”

“…A mí me dieron la chaucha

Y la reparto con vos.

Con esos cuatro manguillos

Se acabaran nuestras penas

Y entonces sí que podemos…

¡Podemos pensar que hay Dios!”

El último verso esboza el intento de aquel que juega por suplir un desfallecimiento del Otro, de allí que la pretensión sea: pensar que hay un Dios, un Otro.

Para fi nalizar quisiera señalar un aspecto relevante en lo que a la clínica se refi ere, y es que al igual que en las letras de estos tangos que dan cuenta de lo singular de un sujeto, el psicoanálisis apunta a descubrir la letra que porta un sujeto, en un intento de hacer a un lado doctrinas diagnósticas universalizantes.

“…Y con su voz

Mi angustia cruel

Será más leve…”

(Del tango “Charlemos” escrito en 1941 por Luis Rubinstein)

Maximiliano Diez.

Publicado en "Bahiamasotta: psicoanálisis y cultura en la Bahía" # 3


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